Es extraño siempre escuchar hablar de Teletón y que aún mucha gente no entienda o sepa explicar qué cosa es.
Lo primero que se viene a la cabeza es que Teletón es algo así como un hospital que atiende a niños con discapacidades, ya sean físicas o intelectuales. Yo creo que es mucho más que eso, y lo puedo explicar desde mi perspectiva: la de papá de una paciente que, en su momento, también lo fue.
En el año 1996 sufrí un grave accidente de tránsito en la comuna de Cerro Navia, el que casi morí. Semanas en la UCI del Hospital Félix Bulnes, alrededor de 10 cirugías reconstructivas y largos meses internado con una dolorosa consecuencia final: sufrir la amputación de mi pierna derecha.
Después de mi alta médica, vendría una nueva etapa de rehabilitación física en el Instituto Teletón de Santiago, heredero de una historia que comenzó en una casona en Santiago centro donde originalmente funcionó la llamada Sociedad Pro Ayuda del Niño Lisiado.
Un día de noviembre llegamos temprano con mi madre sin saber nada, ni a dónde dirigirnos ni mucho menos con quién hablar. Solo teníamos una interconsulta. Nuestra primera bienvenida nos la dieron las personas de aseo, las secretarias y los voluntarios, que nos saludaron y ayudaron con tal amabilidad que me pareció como si estuviera en visita de fin de semana con la abuela. Luego tuvimos la atención médica y la de asistencia social, con la se da el inicio a la rehabilitación. “No se preocupe por el costo, usted está en Teletón”, es lo que más escucha.
Así empezó mi rehabilitación –o más bien mi sanación- de lunes a viernes de 9 de la mañana a 4 de la tarde. Muy temprano en la mañana llegaba una ambulancia de Teletón a recogerme, y luego me iba a dejar a la puerta de mi casa en Lo Prado. Con el pasar de las semanas ya se veían cambios, no solo en lo físico ni en mi meta de volver a estar de pie, sino que también en mi familia y en mi estado emocional. Ya era diciembre, transcurridos pocos meses después de sufrir esa herida en mi cuerpo y en mi familia. Esa institución y sus funcionarios, trabajadores, colaboradores, voluntarios -o como se quieran llamar-, me habían ayudado a mí, un niño de 8 años, y a mi familia completa a entender y vivir lo que es Teletón.
En 2020, junto con mi señora, fuimos padres por primera vez. Desde la gestación, nos avisaron que algo no estaba bien y que nuestra hija iba a nacer con problemas de salud y sin un pronóstico claro. Octavia llegó a nuestras vidas y, desde el primer momento de su existencia, se transformó en nuestro motor y propósito de vida. Nuestra hija recién nacida ingresó a la UTI, donde estuvo por ocho días. A sus cuatro meses de vida, tuvo que ser ingresada nuevamente por otros 21. Al año y meses de vida, tendría que pasar por una neurocirugía.
Tras procedimientos y exámenes médicos nos hicieron una derivación a Teletón. Repetiría la historia de mi infancia, ahora como padre.
Con mucho orgullo (y esperanzado) volví a Teletón para hacer el ingreso de mi hija. Sentí esa misma acogida cálida, cercana y amable de la gente que conforma esta maravillosa institución.
Llevamos pocos meses con Octavia en Teletón, y ya se han visto avances en su desarrollo físico y cognitivo. Y sí, los tiempos cambiaron y la forma de atender igual. Teletón evolucionó. Si en 1996 la atención era del mejor nivel, hoy, en 2022, es de categoría mundial, de esa que a veces uno ve solo para algunos.
Haber vuelto a Teletón, ahora como padre, ha sido reencontrarme con la familia, no de sangre, claro, sino de cariño y afecto. Es la mejor atención médica y especializada que se puede tener, donde no importa de dónde vienes ni mucho menos cuánto tienes.
Teletón está de Arica a Aysén y, sin importar lo poco o mucho que alguien tenga, sus buenos profesionales le abrirán las puertas de par en par para darle lo mejor de sí. Y lo harán no solo los médicos o kinesiólogos, sino que todos en su conjunto, las personas del aseo y seguridad, de la administración y los profesionales. Todos ellos son quienes mueven esta obra día a día, y quienes siempre dirán: ¡BIENVENIDOS A TELETON! ❤️