La hepatitis es una enfermedad causada por un virus que es responsable de altos niveles de morbilidad y mortalidad en todo el mundo, según explica la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se estima que el 57% de los casos de cirrosis hepática y el 78% de los casos de cáncer primario de hígado son causados por los virus de la Hepatitis B y C.
De allí que se le reconozca como un “problema de salud pública”, donde la OMS y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) invitan a los países a que hagan esfuerzos conjuntos y establezcan estrategias para combatir la hepatitis a nivel mundial y regional.
Así, en la Asamblea Mundial de la OMS -celebrada el año 2010- se estableció el 28 de julio, de cada año, como el “Día Mundial contra la Hepatitis”, haciendo un llamado a dar una respuesta integral en la lucha contra esta enfermedad.
En ese contexto, la Dra. Carolina Silva, médico de la Unidad de Salud de la Universidad de O’Higgins (UOH), destaca que “las diversas hepatitis son un conjunto de enfermedades que se caracterizan por producir inflamación del hígado. Y el hígado es un órgano vital dado que procesa nutrientes, filtra la sangre y combate infecciones, a través de sus múltiples funciones metabólicas. Cuando la inflamación del hígado es reciente hablamos de hepatitis aguda y cuando lleva seis meses o más es hepatitis crónica”.
Tipos de hepatitis y prevención
Según su causa, viral y tóxica, las hepatitis tienen distintas fuente de origen. Las virales son causadas por los virus hepatitis A, B, C, D y E, y la tóxica por distintas sustancias como medicamentos o alcohol. También existe la hepatitis autoinmune.
Las hepatitis virales son enfermedades transmisibles, por lo tanto, potencialmente prevenibles. La transmisión de los virus A y E se produce de persona a persona por vía fecal-oral o por medio de la ingesta de alimentos o agua contaminados. La Dra. Silva precisa que “si bien la mayor parte de las infecciones por el virus de la Hepatitis A son leves, y la mayoría de las personas se recuperan y desarrollan inmunidad, existe el riesgo de infección grave y de poner en peligro la vida, debido al riesgo de insuficiencia hepática”.
Los virus B, C y D se transmiten a través de fluidos corporales, vía sexual, a través de la sangre y de manera vertical (madre-hijo). Los tipos B y C provocan enfermedad crónica y son una causa común de cirrosis hepática y cáncer, mientras que la sobreinfección por virus D sólo ocurre en portadores del virus B.
Poblaciones de riesgo
Respecto al virus hepatitis A y E, la experta explica que “toda la población está en riesgo, especialmente en zonas donde existen escasas medidas de higiene y pobre saneamiento básico; por lo tanto, el lavado frecuente de manos, el lavado de frutas y verduras, así como una buena higiene en la alimentación y el consumo exclusivo de agua potable pueden ayudar a prevenir los contagios. También existe vacuna contra este virus”.
Respecto al virus de hepatitis B y C -por su mecanismo de transmisión- existen grupos de mayor riesgo de contraer la enfermedad, entre ellos, los migrantes de regiones endémicas, los trabajadores de la salud, los consumidores de drogas inyectables, las personas que habitan en cárceles y otros entornos de reclusión, los hombres que tienen relaciones homosexuales, los trabajadores sexuales y las personas infectadas por VIH.
La médico explica que existe la vacuna que previene la infección por el virus B y, consecuentemente, la sobreinfección por virus D, pero “no existe vacuna contra el virus C; por lo tanto, la mejor manera de prevenir la enfermedad es evitar el contacto con el virus, con medidas como: una correcta manipulación y eliminación de elementos cortopunzantes, el uso consistente y correcto de métodos de barreras durante las relaciones sexuales, la realización de tatuajes en lugares autorizados, evitar el contacto con sangre infectada y el análisis de muestras de sangre para las transfusiones”.
Sobre las transfusiones, precisa que en Chile “los bancos de sangre examinan todas las muestras para descartar la infección por estos virus, por lo tanto, la donación de sangre es segura”.
Consecuencias de la hepatitis
La hepatitis puede traer consecuencias como la cirrosis hepática y problemas en el hígado, explica la Dra. Silva. Y detalla que las hepatitis agudas -por virus A y E- no se cronifican y se curan espontáneamente, “en la mayoría de los casos, no tienen tratamiento específico y, menos del 1% de ellas, puede tener un curso grave que requiera tratamiento urgente e incluso trasplante hepático”.
Agrega que la hepatitis aguda por virus B puede evolucionar, en un 10%, a hepatitis crónica y el tratamiento se evalúa caso a caso. “La hepatitis aguda por virus C se hace crónica hasta en un 80%-90%, y existen tratamientos antivirales, cuyo fin es curar la enfermedad y prevenir el daño hepático a largo plazo. Todas las hepatitis crónicas pueden evolucionar hacia una cirrosis hepática, es decir, la cicatrización grave del hígado y, finalmente, en cáncer de hígado o insuficiencia hepática”.
La importancia de vacunarse
En la actualidad, añade la Dra. Silva, la hepatitis A y B se pueden prevenir de manera segura y eficaz con vacunas, y desde el año 2018 “se incorporó la vacuna contra la hepatitis A en el Programa Nacional de Inmunizaciones del Ministerio de Salud, con una dosis para todos los lactantes a los 18 meses de vida. La prevención de la hepatitis B mediante la vacunación comenzó en Chile en el año 2005, a través del Programa Nacional de Inmunizaciones, en un esquema de vacunación de tres dosis a los 2, 4 y 6 meses de edad, y a partir de 2009 fue introducida una dosis de refuerzo a los 18 meses. El esquema actual contra este virus se realiza con la vacuna hexavalente, a los 2, 4, 6 y 18 meses, que confiere protección inmunológica”.
Para quiénes -por edad- no alcanzaron a recibir la vacunación contra la Hepatitis A, a través del Programa Nacional de Inmunizaciones del Minsal, pueden ser inmunizados de forma particular. Para ello, se requieren dos dosis, separadas por seis meses en su inoculación. En el caso de los lactantes -que reciben por Programa una dosis- pueden sumar -de manera particular- la segunda dosis, esto debe hacerse seis meses -antes o después- de la vacuna programática.
La vacunación contra el virus de la hepatitis B está recomendada en los grupos de riesgo y es obligatoria para el personal de salud.
FUENTE: Comunicaciones de la Universidad de O’Higgins (UOH).